Primer largometra y estreno mundial
- Lucas Casolo
- 11 may
- 2 Min. de lectura
Marzo marcó un punto de inflexión en mi carrera: la premiere mundial de mi primer largometraje como editor.

Dirigida por mi amigo y colaborador de siempre, Tadeo Pestaña Caro —también en su debut como director de largometrajes—, la película tuvo su estreno dentro del ciclo Bodies del 39° BFI Flare: London LGBTQIA+ Film Festival, el festival de cine queer más grande de Europa.
El proceso de edición fue tan único como el proyecto en sí. Construida a lo largo de cuatro años y más de 40 jornadas de rodaje, la película fue evolucionando constantemente. Nunca tuvo un guion fijo: fue cambiando, adaptándose y creciendo a medida que surgían nuevos caminos.
Desde las primeras etapas de desarrollo hasta el export final, la edición fue un proceso completamente colaborativo. El desafío no fue sólo narrativo, sino también estructural y emocional: encontrar una forma sensible y coherente para dar vida a algo que se sintiera auténtico. Organizar la enorme cantidad de material fue clave para descubrir claridad, ritmo y sentido.

Con Tadeo trabajamos codo a codo en el montaje, cuestionando la estructura, el ritmo y el tono. No se trató tanto de cerrar una historia, sino de mantenernos abiertos: a la intuición, a los desvíos y a la verdad emocional que iba apareciendo en el material. A lo largo del proceso, trabajamos junto al equipo realizando múltiples rondas de proyecciones de prueba, utilizando el feedback no sólo para pulir detalles, sino también para escuchar de verdad cómo llegaba la película, dónde se quedaba corta, qué susurraba cuando le dábamos silencio.
En un proyecto sin un mapa definido, la colaboración fue la brújula.
Este estreno no fue sólo la primera proyección de una película —fue el cierre de un capítulo largo y el inicio de muchos más.
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